Vacaciones en el Duelo: Un Acto de Autocuidado y Resiliencia.

El duelo requiere trabajo y, como todo trabajo, es difícil asumirlo si no nos permitimos tomar un período de descanso. Estar constantemente conectado con el dolor puede desgastarnos física, mental y emocionalmente, interfiriendo con nuestra capacidad de recuperación. Por ello, es saludable y necesario permitirse momentos de desconexión para recargar energías y seguir afrontando el proceso de duelo de manera saludable.

El autocuidado como ancla en el duelo

El autocuidado durante el duelo no es un lujo, es una necesidad. Incorporar actividades que nos brinden calma y bienestar, como caminar en la naturaleza, escuchar música que nos reconforte, leer un buen libro o simplemente descansar, es esencial para equilibrar las demandas emocionales del duelo. Estos momentos de pausa no solo nos ayudan a preservar nuestra energía, sino que también nos permiten reconectar con la vida y con aquello que nos da sentido. Recordemos que sufrir más no significa amar más; cuidar de nosotros mismos es también una forma de honrar la relación con quien hemos perdido.

El modelo dual de afrontamiento en el duelo

Este modelo, propuesto por Margaret Stroebe y Henk Schut, nos invita a entender el proceso de duelo como un movimiento constante entre dos dimensiones:

  1. La orientación hacia la pérdida: Aquí nos enfocamos en sentir, procesar y aceptar el dolor, enfrentando las emociones que surgen al extrañar a nuestro ser querido.
  2. La orientación hacia la restauración: En esta dimensión nos concentramos en adaptarnos a la vida sin esa persona, retomando actividades cotidianas y buscando momentos de disfrute o desconexión.

Alternar entre estas dos dimensiones es natural y necesario. Tomar “vacaciones” del duelo nos permite transitar la dimensión restaurativa, donde encontramos fuerzas para seguir adelante sin sentirnos atrapados únicamente en el dolor.

Sin culpas: el descanso también es parte del duelo

Darnos permiso para descansar y disfrutar sin culpa puede ser uno de los mayores actos de valentía en este proceso. Significa reconocer que el duelo no es lineal y que está bien buscar momentos de paz en medio del caos emocional. Estos espacios nos recuerdan que, aunque estamos en duelo, seguimos vivos, y nuestra vida merece ser cuidada y nutrida.

Recargar energías no implica olvidar, sino fortalecernos para afrontar mejor los desafíos emocionales que el duelo trae consigo. Puede ser un paseo breve, unas horas dedicadas a un hobby o incluso unas vacaciones propiamente dichas. Lo importante es que, en cada pausa que tomemos, estemos honrando también nuestro deseo de reconstruirnos desde el amor, no desde la culpa.

Reconectarse con la vida: un acto de amor

Permitirse momentos de desconexión es una forma de afirmar la vida en medio de la pérdida. Es recordarnos que la persona que hemos perdido no querría que nos olvidemos de vivir, sino que encontremos formas de continuar y sanar. En cada acto de cuidado personal, en cada pausa y en cada sonrisa que volvemos a esbozar, les honramos al dar testimonio de que su legado sigue vivo en nosotros.

En el camino del duelo, permitirse tomar descansos no es un acto de olvido ni de deslealtad, sino una necesidad vital para seguir adelante. Estas pausas son momentos en los que cultivamos la fortaleza interior y nos reconectamos con la vida desde un lugar de cuidado y respeto hacia nosotros mismos. Al darnos permiso para disfrutar y recargar energías, estamos construyendo un equilibrio entre el dolor y la esperanza, entre la ausencia y la presencia de nuevas posibilidades. Porque sanar no significa dejar atrás, sino aprender a vivir con lo que llevamos dentro, honrando tanto el amor por quien murió como el amor por nuestra propia vida.

Por Mabel Weiskoff. Fundadora y directora del Centro Dolus. Counselor en Desarrollo humano y Tanatología.

 

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