Cuando el Trabajo No Acompaña: Reflexiones Sobre la Falta de Humanización en el Duelo Laboral

Recientemente llegó a mi consultorio una mujer cuya experiencia resonó profundamente en mí. Su esposo había fallecido de manera súbita, y el impacto emocional la había llevado a solicitar una licencia laboral de siete meses para atender su salud mental. Sin embargo, lo que debería haber sido un tiempo para procesar su pérdida y empezar a reconstruirse le trajo aún mayores consecuencias negativas.


Al regresar a su empleo, se encontró con un ambiente hostil. Sus colegas y superiores le hacían sentir que había fallado por ausentarse, y, como si eso no fuera suficiente, la calificación de su desempeño había sido rebajada sin considerar las circunstancias extraordinarias que había vivido. En lugar de empatía, recibió frialdad; en lugar de apoyo, incomprensión. Y así, lo que ya era un duelo complicado se vio agravado por el peso de una cultura laboral que parece negarse a reconocer la humanidad de quienes la componen.


No pude evitar pensar en los paralelismos entre esta situación y lo que ocurre en el contexto escolar cuando un niño o adolescente pierde a un ser querido. En las aulas, es sabido que el desempeño académico puede bajar, y se espera que los docentes y directivos consideren este factor como parte de un abordaje integral del bienestar del estudiante. Se comprende que el duelo es un proceso que demanda energía emocional y que, durante este tiempo, se necesita más comprensión y menos juicio. Entonces, ¿por qué esta sensibilidad no se extiende al ámbito laboral?


Lamentablemente, la falta de educación sobre el duelo y de humanización en los espacios de trabajo no solo perpetúa el sufrimiento de quienes atraviesan una pérdida, sino que también les impone cargas adicionales: sentimientos de culpa, inadecuación, aislamiento emocional y un estrés que podría haberse evitado. Este enfoque deshumanizado pone en riesgo la salud integral de las personas y dificulta que puedan transitar su duelo de manera saludable.


Como profesional dedicada al acompañamiento en el duelo, no puedo dejar de reflexionar sobre cómo las empresas podrían marcar una diferencia significativa si adoptaran un enfoque más empático y comprensivo. Contar con políticas claras y con consultoría especializada en duelo laboral podría transformar el impacto de estas experiencias tanto para los colaboradores como para las organizaciones. No se trata solo de un acto de humanidad; también es una inversión en el bienestar de los equipos y en el clima laboral.


El duelo no es un obstáculo que deba superarse rápidamente ni un problema que se resuelva con presión. Es un proceso vital que requiere tiempo, espacio y comprensión. Mi esperanza es que estas reflexiones inviten a las empresas a reconsiderar su rol y a ser parte de un cambio cultural necesario, donde se priorice el cuidado de las personas, especialmente en los momentos más vulnerables de sus vidas.

Construyamos juntos una cultura de duelo en el ámbito laboral, una donde nadie se sienta solo o incomprendido por el simple hecho de ser humano.

Por Mabel Weiskoff. Fundadora y directora del Centro Dolus. Counselor en Desarrollo humano y Tanatología.

 

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